Sobre Humboldt y el colonialismo epistemológico: La Invención de la Naturaleza de Andrea Wulf

Jorge Cañizares-Esguerra
20 min readAug 14, 2019

La invención de la naturaleza: El nuevo mundo de Alexander von Humboldt de Andrea Wulf ha ganado cerca de veinte premios en Italia, Alemania, Inglaterra, los Estados Unidos, y ahora más recientemente en China. Una edición de bolsillo enumera el NYT, The Atlantic, The Economist, Nature y otras diez publicaciones importantes entre los órganos de circulación que han declarado el libro de Wulf como uno de los mejores libros del año (2015–2016). ¿Cuál es el origen de tanto éxito? Es claro que el libro satisface una demanda acumulada de héroes en una era de catástrofes ambientales por venir.

Wulf busca los orígenes de nuestras sensibilidades ecológicas modernas en Alexander von Humboldt, quien pasó cinco años en la América española a principios de 1800 explorando desiertos, montañas y selvas y entendió las conexiones globales de la naturaleza. Fue, es decir, el inventor de la crítica ecológica.

Hasta Humboldt, ella argumenta, la naturaleza había sido estudiada como una colección de átomos individualizados. Linneo, por ejemplo, clasificó a los individuos en agrupaciones taxonómicas ascendentes según sus órganos reproductores: especies, géneros, clases, órdenes, divisiones y reinos. Humboldt rompió con esta tradición taxonómica y trató de comprender las interacciones entre las comunidades de individuos. Humboldt, nos dice Wulf, fue el primero en entender que la naturaleza trabaja de forma estéticamente armoniosa si no es violentamente interrumpida. Finalmente, Wulf argumenta que Humboldt entendió la naturaleza global como un sistema en constante cambio. Según Wulf, Humboldt inspiró a Darwin. Darwin se embarcó en un viaje de cinco años en el Beagle teniendo a Humboldt como su compañero de bitácora. Darwin pensó en el cambio orgánico global a través de la selección natural inspirado por los escritos de Humboldt.

Wulf sintetiza una vasta literatura sobre la filosofía de la naturaleza en Humboldt. El prusiano estaba particularmente interesado en la retícula de la vida que no hacia diferencia entre lo orgánico y lo inorgánico, el individuo y el todo. Inspirado en Kant, Humboldt también eliminó la división cartesiana entre mente y cuerpo, razón y materia. Humboldt abrazó la revolución kantiana e interpretó tanto la ciencia como la literatura, ambos productos de la cultura y de la mente. Para Humboldt los fenómenos físicos debían ser interpretados a través tanto de la recolección de datos como de la autoexploración. La auto-experimentación con electricidad, por ejemplo, no solo buscaba investigar la estructura corpuscular de la materia, sino también entender el rol de ese fluido esencial en la psicología. La exploración de la naturaleza no debía separarse de la exploración de la mente tanto individual o colectiva, es decir no debía separarse del estudio de la psicología y la cultura.

Con Humboldt la historia natural habría de incluir la categoría de cultura como producto de la interacción de hombres con comunidades peculiares de aires, rocas, tierras, plantas, y animales. La diversidad racial y cultural humana habría de ser entendída como expresión del poder formativo de climas, montañas, formaciones de nubes, ríos, plantas, insectos, aves, anfibios, y cuadrúpedos. El arte y cultura se deberían encontrar tanto en la naturaleza como en las comunidades humanas. Darwinistas como Ernst Haeckel se inspiraron en Humboldt para investigar la conexión entre el arte y la ciencia. Haeckel estudió las estructuras biológicas de las medusas y su investigación inspiró a los arquitectos a usar erizos y radiolarios como modelos estructurales para diseñar edificios. Gaudí se inspiró en Haeckel. Según Wulf, la aparición de Art Deco a fines del siglo XIX fue en parte una creación de Humboldt.

Kunstformen der Natur (1904)

La popularidad de la obra de Wulf reside también en su habilidad para conectar Humboldt con la política. Preferimos nuestros héroes científicos si también se jugaron el pellejo en el esfuerzo por denunciar injusticias. A pesar del origen aristocrático de su fortuna y a pesar de que durante cincuenta años obtuvo sus ingresos como mayordomo (chambelán) del monarca prusiano, Humboldt aparece en la obra de Wulf como republicano y radical de corazón. Humboldt alcanzó la mayoría de edad en la Francia napoleónica y usó el lenguaje de naturaleza global para denunciar el colonialismo y la esclavitud. Humboldt se convierte en manos de Wulf en un héroe no solo ecológico sino también pro derechos civiles y raciales.

El radical republicano se convierte en manos de Wulf tambien en el más claro crítico del antropoceno. Wulf se enfoca en particular en la crítica de Humboldt al colonialismo depredador español como una denuncia profética de como la búsqueda incesante de ganancias económicas lleva a destrucción deliberada de bosques, suelos y especies. Wulf conecta a Humboldt con el surgimiento del movimiento ecológico y la creación de parques nacionales y santuarios de la naturaleza en los Estados Unidos. Henry David Thoreau, George Perkins Marsh y John Muir aparecen todos como hijos de Humboldt.

De republicano radical y crítico ecológico, Wulf también hace de Humboldt un héroe anticolonial. Wulf demuestra que el discurso de la naturaleza de Humboldt inspiró a Simón Bolívar y Thomas Jefferson. Jefferson aprendió de Humboldt a entender a la América española como un estado colonial rapaz causante de deforestación y desertificación en gran escala. Wulf sugiere que el imperio de la libertad de Jefferson fue en parte obra de Humboldt. Es solo después de sus interacciones con Humboldt que Jefferson llegó a articular el ideal de una república de pequeños propietarios virtuosos en contraposición con la realidad hispanoamericana de haciendas, latifundios , plantaciones y minas, las que en búsqueda de ganancias comerciales destruyeron tanto a la naturaleza como a indios, esclavos y gañanes. En vez de ser el espía que pasó un mes en Filadelfia transfiriendo cantidades masivas de información sobre minería, cartografía, y economía política de Cuba y Nueva España al imperio supremacista blanco norteamericano de Jefferson, Humboldt aparece en manos de Wulf como avatar de la libertad del continente.

Frontispicio, en: A. de Humboldt: Atlas géographique et physique du
Nouveau Continent […], Paris, 1814 -1834

Wulf hace descender de Humboldt a Simón Bolívar, el Libertador que luchó contra el dominio español. Bolívar, ella nos informa, tomó de Humboldt la crítica al estado depredador colonial. Bolívar también aprendió de Humboldt la metáfora de los Andes volcánicos como una fuerza esencial y revolucionaria de irrupción y cambio. Bolívar aprendió de Humboldt a ver la naturaleza americana como creadora volcánica de roca y tierra, antigua y originaria, no nueva húmeda y degenerada, como lo había sugerido el Conde Buffon en el apogeo de la Ilustración. Humboldt ofreció a los patriotas criollos el discurso de los volcanes y la geología para derrotar a los naturalistas y filósofos europeos como Buffon y De Pauw en la disputa del Nuevo Mundo. En manos de Humboldt América pasó a hacerse abundante, poderosa y llena de potencial económico y libertario no cumplido.

Geographie der Pflanzen in den Tropen-Ländern. Ein Naturgemälde der Anden (1807).

Todo estas idead de Wulf son aparentemente novedosas y perspicaces, pero hay poco en esta lista sobre Humboldt como kantiano integrador de humanidades y ciencias, pionero ecológico, y profeta de liberación que no sea muy bien conocido. La estructura y los argumentos de Wulf son idénticos a El puente al cosmos: Alexander von Humboldt la formación de America (Chicago, 2009) de Laura Dasson Wall), otro libro que ha obtenido infinidades de premios, fama y atención pública en el mundo anglosajón.

Según Laura D. Walls, la contribución más importante de Humboldt fue hacer evidentes conexiones hasta entonces invisibles entre los fenómenos naturales globales, desde la biodistribución hasta las líneas isotérmicas. Humboldt, Laura D. Walls insiste, ha de ser visto como héroe para nuestro tiempo porque fue capaz de tender puentes entre las ciencias y las humanidades y entre las ciencias y la política. Para Laura Walls, Humboldt fue literalmente el padre de casi todas las disciplinas y movimientos intelectuales y sociales del siglo XIX, desde la estética a la antropología, del republicanismo a la ecología, de la geografía a los movimiento de parques nacionales, del abolicionismo a la piscología, de la física a las teorías de evolución. Al igual que Wulf, Laura D. Walls busca rastrear el gran impacto de Humboldt en Darwin, Thoreau, Emerson y Muir.[1]

Para resumir, la gran mayoría de las ideas de la reciente biografía de Wulf no son nuevas. La literatura sobre Humboldt y el Romanticismo, a través de la revolución copernicana epistemológica de Goethe y Kant, es enorme. Lo es también la literatura sobre el implacable empirismo de Humboldt para encontrar conexiones ocultas en una red global de vida y naturaleza.[2] Ni siquiera la idea de Humboldt como pionero de la crítica del antropoceno, es suya.[3]

Sin embargo, hay un aspecto del libro de Wulf que es sorprendentemente nuevo: su tono condescendiente y colonialista. Wulf reduce la América española a un agujero negro de ideas y una distopía de ingeniería social. El contraste entre las formas en que Wulf describe el origen, la evolución y la distribución de ideas en el norte y sur global no debería sorprender a nadie.

En una ya vieja crítica a Laura D. Walls, que cualquier búsqueda de Google le hubiese permitido a Wulf encontrar, llamé la atención sobre la falta de interés de Walls en uno de los “puentes” que Humboldt construyó a lo largo de su carrera. Walls usa “puente [passage]” en su título como referencia a los dos “puentes” que Humboldt supuestamente construyó para conectar áreas dispares del conocimiento humano que nuestro mundo contemporáneo ignora y necesita. Walls sostuvo que Humboldt fue un puente entre la ciencia y lo político y entre la ciencia y las humanidades. Un puente que se le olvidó a Walls, insistí públicamente, fue el puente que Humboldt tendió entre comunidades de conocimiento del sur y el norte globales. Dado el clima de hoy que insiste en construir muros y en estereotipar a los migrantes como infecciones raciales y culturales, contaminantes a erradicar, la falta de atención de Walls a este obvio tercer puente (el del sur y norte globales) que la vida de Humboldt permite explorar relega al silencio un tema político tan importante como el ecológico.[4] El problema con la biografía de Wulf es que ella va mucho más allá que Laura D. Walls en sus omisiones y silencios. Wulf no solo ignora sino dinamita todos los puentes.

La invención de la naturaleza” de Wulf se organiza alrededor de cuatro secciones sobre las interacciones de “ideas” y la vida de Humboldt. Primero Humboldt “recopila” ideas, después las “ordena”, más tarde las “difunde” y por último, al morir, sus ideas son “transformadas”. Las secciones de recopilación y ordenamiento de ideas hubiesen podido integra a Hispanoamérica como sujeto histórico, es decir como región que contribuyó a las revoluciones epistemológicas de Humboldt con algo más que objetos y paisajes. El Sur global tiene tarántulas, el Norte ideas. El libro es típico de un género en la historia de la ciencia que es condescendientemente colonial. Es momento de explorar sus prejuicios y silencios.

Humboldt pasó cinco años en Hispanoamérica y aprendió de las comunidades intelectuales de Canarias, Cumaná, Caracas, Angostura, Cartagena, Mompox, Bogotá, Popayán, Ibarra, Quito, Cuenca, Loja, Trujillo, Lima, Acapulco, Ciudad de México, Puebla, Veracruz. y Habana. Humboldt pasó la mayor parte de su tiempo en ciudades, no en selvas, entre manuscritos, archivos y tradiciones de estudio y análisis firmemente establecidas.[5] Nada de esto aparece en la biografía de Wulf.

Esto es lo que el libro dice sobre Humboldt en Lima (y sus compañeros de viaje Ame Bonpland, Carlos Montufar y “José”[6]:):

“Llegaron a Lima a fines de octubre de 1802 … Aquí encontraron paso para navegar hacia el norte a Guayaquil” (104–105).

Wulf reduce la importancia intelectual de Lima a cuatro palabras en 552 páginas. Esto es lo que Wulf tiene para el año de Humboldt en la Ciudad de México:

“Después de su partida de Guayaquil en febrero de 1803, ellos [“ José “y Humboldt, Montufar y Bonpland] habían pasado un año en México [principalmente en la Ciudad de México]. Él [Humboldt] había explorado los extensos archivos coloniales y bibliotecas, interrumpiendo su investigación solo por unas pocas expediciones a minas, aguas termales y aún más volcanes. Era hora de regresar a Europa “(108–109).

La importancia de un año en la ciudad más grande del hemisferio occidental se reduce a 60 palabras.

Cuando Humboldt se va de la Ciudad de México a Filadelfia para reunirse con el entonces presidente Jefferson, así es como ella describe la transición:

“Durante cinco largos años, Humboldt había visto la naturaleza en su máxima expresión (exuberante, magnífica e impresionante) y ahora quería ver la civilización en todo su esplendor, una sociedad construida como una república sobre los principios de la libertad” (p. 110)

En caso de que el contraste entre sur y norte del hemisferio pase desapercibido al lector, déjenmelo repetirlo: Wulf equipara a América Latina con la naturaleza y a Estados Unidos con la gloria de la civilización.

El contraste entre la forma que Wulf narra la visita de Humboldt a Tierra Firme (Venezuela, Colombia, Ecuador) y a Filadelfia es impresionante.

Wulf describe por diez paginas el encuentro de Humboldt con Jefferson, la familia de Jefferson en Virginia, el Monticello de Thomas Jefferson, el Monte Vernon de George Washington y la construcción de Washington DC sin pronunciar una sola vez la palabra “esclavitud.” Cuando finalmente Wulf reconoce la centralidad de la esclavitud en la creación de las plantaciones de los “founding fathers” y en la construcción de las dos capitales norteamericanas, primero Filadelfia y después Washington, Wulf lo hace por medio de un acto de prestidigitación epistémica: Le dedica dos páginas a un análisis de la esclavitud y la opresión Norteamericana describiendo Cuba y a la América española.

Los críticos podrían argumentar que Wulf le dedica un capítulo entero (cap. 12) a explorar la relación entre Bolívar y Humboldt. A diferencia del capítulo del encuentro de Humboldt y Jefferson que es acerca de influencias y aprendizajes mutuos, el capítulo sobre Bolivar es acerca del tráfico de ideas en una sola dirección. Humboldt proporcionó los instrumentos para que Bolívar entienda la maldad del colonialismo español: la degradación sistemática de la naturaleza a través de la esclavitud y la minería. De sus encuentros en Paris y Roma, Bolivar tomará de Humboldt el discurso del Chimborazo para justificar el poder generativo del cambio, la armas y la revolución y del potencial de un continente oprimido en su destino global. [7]

Delirio sobre el Chimborazo de Tito Salas (1929)

Es claro que la literatura sobre Humboldt es implacable en sus prejuicios y en el rol que asignan a América como incubadora de la modernidad europea. La narrativa es siempre la misma: Humboldt trae en sus maletas en larvas las tradiciones románticas, kantianas, goetheanas, forsterianas que por metamorfosis se convierten en la mente y gabinete de Humboldt en nuevas, bellas, elegantes mariposas al ser expuestas a la humedad tropical americana.

Wilhelm y Alejandro Humboldt con Goethe y Schiller en Jena en 1794, grabado de Andreas Müller 1860
Humboldt y Aimé Bonpland en el Orinoco, Eduard Ender 1856, , Akademie der Wissenschaften, Berlín
Humboldt en su gabinete en Berlín. Eduard Hildebrandt, 1856

América es paisaje donde las ideas de Europa se incuban. El tráfico es siempre unidireccional. Las comunidades intelectuales del sur global están siembre ahí para aprender y ser levantadas de su estupor y provincialismo, para ser guiadas hacia la razón y la modernidad: del renacimiento a la ilustración, del romanticismo al liberalismo, del derecho natural al abolicionismo, del liberalismo al socialismo, del catolicismo al libertinaje.[8]

Reconstrucción anónima del frontispicio del Atlas de Humboldt. Siglo xix Bolivia.

Esto no debería sorprender a nadie, porque el propio Humboldt desestimó las comunidades intelectuales hispanoamericanas que encontró en su viaje. “En Lima, no aprendí nada del Perú”, declaró Humboldt en 1803 en una carta a un corresponsal Ignacio Checa. [9] Como ha demostrado Gregory Cushman, estas declaraciones fueron evidentemente falsas. Humboldt simplemente asumió que el colonialismo español destruyó el medio ambiente. Concluyó, por ejemplo, que el pastoreo excesivo, la erosión y la mala gestión colectiva transformaron irrevocablemente el lago Valencia en la costa de Venezuela. Los lugareños habían visto las recurrentes sequías cíclicas regionales. Humboldt tenía estos testimonios, pero los ignoró. Humboldt tenía la misma interpretación errónea de la sequedad en la costa del Perú culpando la desertificación como resultado del colonialismo ecológico. Los intelectuales limeños habían acumulado durante décadas grandes cantidades de observaciones y ofrecían explicaciones diferentes. Sus interpretaciones del clima no se ajustaban a las de Humboldt, por lo que el prusiano las rechazó. Hipólito Unanue, por ejemplo, descubrió las interacciones entre la circulación oceánica sur-norte, las corrientes de aire de calor ecuatorial y las montañas para interpretar la desertificación costera y los patrones andinos de lluvia. De hecho, fue Unanue quien describió la corriente oceánica que ahora conocemos como la de Humboldt, en relación a los desiertos y andes peruanos. Humboldt finalmente llego a apropiarse del modelo de Unanue sin atribución. No es sorprendente que los eruditos europeos leyeran a Humboldt, no a Unanue, y atribuyeron erróneamente al prusiano la prioridad del “descubrimiento”. Humboldt no hizo nada para corregir el error. [10]

Wulf cita a Cushman y, sin embargo, usa repetidamente el caso del lago Valencia para presentar a Humboldt como nuestro héroe del antropoceno. Wulf hace de un mito un tema central de su monografía. Al igual que su héroe prusiano, Wulf silencia a Unanue y amplifica deliberadamente la patraña de Humboldt: “No aprendí nada en Lima.”

Sin embargo, el problema más grave con la biografía de Wulf radica en su argumento: Humboldt “inventó” la naturaleza porque por primera vez él la pensó global e interconectada. Humboldt, ella argumenta, utilizó observaciones minuciosas, recopilación de datos e imaginación visual para desenmascarar patrones globales de conexiones y semejanzas.

Tal argumento va en contra la evidencia histórica, ya que el estudio de la naturaleza global se remonta a los presocráticos. Construido sobre cosmologías de cuatro elementos y una quintaesencia, la meteorología y la astrología clásica-medieval-islámica-cristiana eran ciencias de lo global. Ambas ciencias eran “cosmos” en el sentido más wulfiano y humboldtiano del término.

Desde la Física de Aristóteles hasta los Tetrabiblos de Ptolomeo y la Esfera de Sacrobosco, la naturaleza había sido considerada durante mucho tiempo como una red de relaciones globales interconectadas. Consideren la meteorología clásica: cuando el elemento agua se transforma en el elemento aire se produce cambio climático; cuando el fuego solar calienta los elementos tierra, agua y aire, hay circulación de agua, lluvia y corrientes oceánicas. [11]

Las esferas del cosmos. Libro primero. Sacrobosco. Edición Madrid 1546

La astrología ptolemaica implica una observación minuciosa de conexiones ocultas gráficas globales. La refracción de la luz de las estrellas afecta a los elementos terrestres y corporales en diferentes ángulos, dependiendo de la ubicación geográfica y las interacciones relacionales entre las estrellas fijas, las constelaciones del zodíaco y los planetas. La ciencia de la astrología es humboldtiana en el sentido de que busca descubrir patrones y relaciones globales ocultas a través de mapas celestes gráficos. [12]

La geometria astrologica de los cielos de Lima (genituras a latitud 12 y tablas de ángulos de rayos planetarios y zodiacales). Joan de Figueroa. Opúsculo de Astrología (Lima, 1660)

Más problemático es la atribución a Humboldt del discurso del Chimborazo como microcosmos de biodistribución global. En su Historia Natural y Moral de las Indias (1590), José de Acosta presentó el Nuevo Mundo como una máquina circulatoria de agua, fuego y aire para explicar comportamientos paradójicos del Nuevo Mundo, incluidos terremotos, actividad volcánica, peculiaridades mineralógicas, huracanes y estaciones de lluvia que parecían ser las inversiones de los patrones euroasiáticos[13]

Según Acosta, el Nuevo Mundo demostraba la tendencia de los antiguos, particularmente Aristóteles, a sacar conclusiones falsas a partir de las premisas correctas. La meteorología física clásica estableció como verdad que la mayoría de los individuos vivían en climas templados. Para Aristóteles los trópicos, particularmente cerca del ecuador, debían estar deshabitados debido al sol abrasador. Acosta se burló de estas ideas y llamó la atención sobre la peculiaridad de América, donde las civilizaciones más avanzadas prosperaron en los trópicos. En el nuevo mundo la Zona Tórrida era la parte del mundo que estaba más densamente habitada. Al contrario de lo todo lo predicho por la física clásica de Aristóteles y Ptolomeo eran las zonas templadas americanas las menos habitadas. Acosta arguyó que el Nuevo Mundo, literalmente, invertía todo lo que se sabía sobre la física del Viejo. [14]

Estas ideas encontraron eco en México solo dos años después. En Problemas y secretos maravillosos de las Indias (1591), Juan de Cárdenas desplegó meteorología y física global para interpretar todo tipo de fenómenos naturales locales.

Al igual que Acosta, Cárdenas utilizó la meteorología del Renacimiento para interpretar “secretos” y misterios de la naturaleza, incluido el sabor peculiar de la miel mexicana (que atribuyó al diferente comportamiento de la migración de las abejas) y la mayor frecuencia de terremotos en México (que atribuyó al movimiento de las corrientes subterráneas de aire y agua bajo las peculiares formaciones rocosas del norte).[15]

Cárdenas no se ocupó de la biodistribución. Acosta lo hizo. Acosta usó las herramientas de Physica de Aristóteles y Sphera de Sacrobosco para interpretar los Andes como un microcosmos de geodistribución global. Para Acosta la razón por la cual los patrones de la meteorología del viejo mundo se invertían en el nuevo eran los Andes. Estas montañas literalmente eran sistemas meteorológicos globales en microcosmos. Elevación y verticalidad podría remplazar uno de los siete climas dentro de la esfera de Sacrobosco. Uno podría encontrar climas polares o templados en los trópicos, dependiendo de la elevación de las montañas andinas.

Los siete climas de la esfera. Sphera. Sacrobosco. Madrid. Ed. 1546

Este análisis físico de Acosta (ya descritos bien for Gonzalo Fernández de Oviedo en los 1550s) fue una tradición que evolucionó en la región andina durante dos siglos. Culminó con los mapas de biodistribución andina de Francisco José de Caldas, producidos en Nueva Granada mientras Humboldt visitaba Bogotá y Popayán. [16]

El estudio global del cosmos fue típico de la historia natural española e hispanoamericana, en gran parte porque España y Portugal fueron los primeros imperios verdaderamente globales. Tomemos, por ejemplo, el caso del Regimiento de Navegación de Pedro de Medina (1563), un manual para pilotos para investigar nuevos continentes y nuevos mares.

En este manual, Medina ofreció tres siglos antes que Humboldt un sistema de recolección de datos para descubrir patrones gráficos globales. No hay diferencia ninguna entre las líneas isotérmicas globales Humboldt y los perfiles de costas de Medina: las dos son basadas en el uso de instrumentos, observaciones empíricas colectivas, y compilaciones detalladas sistemáticas para generar líneas inesperadas en mapas terrestres.

Medina describió cinco tipos diferentes de instrumentos para reunir cinco tipos diferentes de datos con el fin de ofrecer una nueva representación global del espacio:

dirección de las corrientes de viento,

la elevación del sol,

la declinación de las estrellas,

el movimiento del norte magnético,

y las fases de la luna.

Estos cinco instrumentos y tecnologías le permitieron a Medina ofrecer una nueva representación global interconectada de toda la tierra, una representación visual precisa de todos los continentes y océanos sobre un diagrama de tres tipos de líneas, aquellas basadas en las rosas de vientos, líneas magnéticas, longitudes y latitudes.

Esta búsqueda por patrones globales en la estructura de la tierra y el mar permitió a la monarquía española lanzar la colonización de Asia desde México. Tomemos, por ejemplo, el caso del Pacífico en los años 1520 a 1560, un período en el que los pilotos y tripulaciones españolas y mexicanas intentaron cruzar el Océano Pacífico desde Acapulco a Malaca. Tan pronto como conquistó Tenochtitlán, Cortés envió en dos expediciones diferentes a miembros de su propia familia con tripulaciones indígenas (aztecas, purépechas, y tlaxcaltecas) a Tidor y Ternete siguiendo los pasos de Magallanes. Enviadas a recolectar clavo y canela en Malaca para cultivarlas en México, las expediciones enviadas por Cortes llegaron a Cebú pero no pudieron regresar.[17]

Expedicion de Alvaro de Saavedra enviada por Cortes a Tidor en 1527. Describe la dificultad del retorno.

Una de estas expediciones fue la de Loayza en 1527, cuyo piloto Andrés Urdaneta fue capturado por los portugueses en Tidor. Urdaneta finalmente fue liberado y regresó a España en 1537, donde escribió un memorial del viaje fallido. Urdaneta se convirtió en agustino y fue a México a enseñar cosmografía en la nueva Universidad. En 1564, Urdaneta fue convocado por el virrey Velasco para pilotar la expedición de Legazpi. A diferencia de las expediciones enviadas por Cortes, la de Legazpi esta vez contaba con la física de Urdaneta quien había descifrado el código de las corrientes marítimas en el Pacífico. Urdaneta postuló que las corrientes del Pacífico debían comportarse de manera similar a las del Atlántico, es decir, con circulación de corrientes marítimas en sentido horario en el norte. Las expediciones enviadas por Cortes llegaron a Tidor y Cebú con una corriente que se trasladaba de Acapulco al Mar de China. Urdaneta postuló que había que navegar hacia Japón hasta la latitud 40. Una vez allí, se captaría el flujo horario de retorno. Este fue el comienzo de la colonización mexicana de Filipinas.[18]

Urdaneta inició una tradición de mapear las corrientes oceánicas. En la década de 1680, encontramos dos textos que resumen el conocimiento sobre la naturaleza de las corrientes globales y que se relaciona con las teorías sobre la causalidad. Theatro Naval Hidrographico (1688) de Francisco Seijas Llovera y Causas eficientes y accidentales de flujos y reflujos (1694) de Pedro de Castro ofrecieron modelos globales y mapas de los sistemas físicos que hicieron posible el movimiento de las aguas globales.

Las evaluaciones entusiastas y los numerosos premios que ha recibido el libro de Wulf ilustran que, desde Humboldt, la mala distribución geopolítica de la autoridad epistemológica global sigue firmemente arraigada: el Sur global tiene tarántulas y anguilas eléctricas y Norte global ideas. Los ladrillos del muro de Trump se han horneado en los hornos de historiografía.

[1] Humboldt’s impact in 19th century US ecological and political thinking was also already expertly explored by Aaron Sach’s The Humboldt Current: Nineteenth-Century Exploration and the Roots of American Environmentalism (Viking Books, 2006)

[2] Nicholas Jardine and Andrew Cunningham, eds. Romanticism and the Sciences (Cambridge 1990); see also Susan Cannon, Science in Culture (New York, 1978); Michael Dettelbach, ‘Global Physics and Aesthetic Empire’, in David Miller and Peter Reill, eds, Visions of Empire (Los Angeles: 1996) 258–92; and Michael Dettelbach, The Face of Nature: Precise Measurement, Mapping, and Sensibility in the Work of Alexander von Humboldt, Stud. Hist. Phil. Biol. & Biomed. Sci., 30 (1999): 473–504.

[3] Gregory T Cushman, “Humboldtian Science, Creole Meteorology, and the Discovery of Human-Caused Climate Change in South America.” Osiris 26, (2011): 16–44.

[4] See my review in ‘The Passage to Cosmos: A Symposium’, Studies in Travel Writing, 15(2011): 1, 68–70

[5] Jorge Cañizares-Esguerra, “How Derivative Was Humboldt? Microcosmic Narratives in EarlyModern Spanish America and the (Other) Origins of Humboldt’s Ecological Sensibilities,” in Nature, Empire, and Nation: Explorations of the History of Science in the Iberian World (Stanford, 2006), 112–28.

[6] Jose de la Cruz, Humboldt’s mestizo servant hired in Cumana and who for four years was charged with protecting Humboldt’s barometer.

[7] In the process of demonstrating connections between Bolivar and Humboldt, Wulf builds on a myth that the German historian Michael Zeuske in his Simon Bolivar (Berlin, 2011) debunked. Zeuske shows that the meeting of Bolivar and Humboldt in Paris (1804) was a late 19th century invention: “Humboldt und Bolívar — über ein Gespräch, das nie stattfand (“Humboldt y Bolívar –on a conversation that never took place.” On a critique of Wulf as purveyor of Bolivarian myths, see Andres Otavalo, Reseña Wulf’s The Invention of Nature, Anuario colombiano de historia social y cultural 45 (2018): 278–282. On the meeting of Humboldt and Bolivar in Italy, see Fred Rippy and E. R. Brann, “Alexander von Humboldt and Simón Bolívar,” American Historical Review 52 (1947): 697–703

[8] Cañizares-Esguerra, “How Derivative Was Humboldt?”

[9] Humboldt to Ignacio Checa, 18 January 1803, in Alexander von Humboldt en el Perú: Diario de viaje y otros escritos (Lima, 2002), 214–15.

[10] Cushman, “Humboldtian Science, Creole Meteorology.” For a wider yet somewhat dated interpretation of Unanue, see Cañizares-Esguerra, “La utopía de Hipólito Unanue: comercio, naturaleza y religión en el Perú,” Marcos Cueto ed.,Saberes Andinos (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1995), pp.91–108.

[11] Craig Martin, Renaissance Meteorology, from Pomponazzi to Descartes (John Hopkins, 2011)

[12] Robert Westman, The Copernican Question: Prognostication, Skepticism, and Celestial Order ( University of California, 2011).

[13] Acosta, Historia natural y moral de las Indias (Seville, 1590). In Book 1 Acosta develops his epistemological critique of evidence and reason. In book 2 and 3 Acosta seeks to explain the many circulatory mechanism that transform the Torrid zone into the most temperate and most inhabited climate in the Indies, the opposite of Euro Asia. In book 4, he offers a comprehensive overview of the unique mineral, botanical, and animal resources of the land.

[14] Acosta, Historia natural y moral de las Indias (Seville, 1590).

[15] Juan de Cardenas Problemas y secretos maravillosos de las Indias (Mexico,1591).

[16] Cañizares-Esguerra, “How Derivative Was Humboldt?”

[17] Canizares-Esguerra, “On Ignored Global Scientific Revolutions” Journal of Early Modern History 27 (2017): 1–13

[18] Cañizares-Esguerra, “On Ignored Global Scientific Revolutions”

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